¿Sabías que el 82% del parquet que se fabrica en Europa tiene la capa superior de madera de roble? Pero… ¿en qué situación se encuentra la madera de roble en Europa?

Desde el estallido de la pandemia, la madera ha sido una de las materias primas más demandadas. Los productos fabricados con madera, como el parquet, presenta numerosas ventajas frente los fabricados con otros materiales. Y es que, la fabricación con esta materia prima requiere de la utilización de menor cantidad de energía, además, de ayudar a la mitigación contra el cambio climático, ya que por su propia naturaleza la madera está compuesta de carbono que se captura de la atmosfera durante la etapa de crecimiento de los árboles y se mantiene en la madera durante toda su vida útil.

En otras palabras, el almacenamiento y la menor emisión de carbono son los pilares fundamentales de porque los productos fabricados con madera no solo son beneficiosos para la salud y la economía, también lo son para el cuidado del medio ambiente.

Sin embargo, la creciente demanda de roble se ha traducido en un mercado ajustado debido a los problemas de disponibilidad y asequibilidad de esta especie puesto que los troncos se exportan de forma masiva a China, ya que los comerciantes e intermediarios del país son capaces de pagar cualquier precio y la solicitud por esta especie ha aumentado en los últimos 10 años y se espera que esta tendencia continue.

Entre 2007 y 2017 el precio de la madera de roble aumentó un 65% en Francia, tercer mayor producto de esta especie a nivel mundial y primero en Europa. El 25 – 30% de todo el roble aprovechado se exporto fuera de la Unión Europea sin transformación ni procesamiento, lo que se traduce en una pérdida de valor añadido, facturación y empleo del medio rural para la primera transformación de la industria de la madera, es decir, aserraderos europeos, y una pérdida de competitividad y actividad para los de segunda transformación de la madera de roble como los fabricantes de suelos de madera.

Pongamos un ejemplo, si los 10.000 m3 de troncos de roble que Francia exporto fuera de Europa representan un puesto de trabajo, si se hubiesen transformado antes de enviarlos al resto del mundo se hubiesen creado entre 1.500 y 3.000 puestos de trabajo en la Unión Europea.

Queremos recordar, que esta situación se ha visto agravada por la entrada en vigor a principios de 2022 por una prohibición rusa que elimina la exportación de troncos a China, aumentando así, la presencia de este país en el comercio europeo. Otros países como Ucrania, Bielorrusia, Estados Unidos o Canadá también han limitado sus exportaciones de troncos de roble.

Parte de los fabricantes Europeos adquirían los troncos de roble desde Ucrania, Rusia y Bielorrusia los cuales han limitado el suministros de esta madera por la escasez de mano de obra en Ucrania, las dificultades de pago internacional con Rusia, así como, en el transporte de mercancías, la prohibición de la Unión Europea que impide las importaciones de productos madereros de Bielorrusia y Rusia, la privación de Rusia para exportar a los países “hostiles” de Europa, la consideración de PEFC y FSC como madera en conflicto si viene de Rusia o Bielorrusia o su incumplimiento de la EUTR, la presión de las ONGs para detener el comercio con estos países y la suspensión del FSC de madera proveniente de áreas de guerra de Ucrania.

Es muy importante intentar poner solución a los problemas de disponibilidad y asequibilidad de madera de roble, con medidas temporales de salvaguardia, mitigación y apoyo de la Unión europea a la Industria de la madera.

Conjuntamente trabajar en medidas para mantener los troncos de roble en Europa y evitar las exportaciones masivas a China, no solo por la creación de empleos en zonas rurales tan importante en Europa, también por reducir la huella de carbono que se multiplica cuando los productos madereros terminan la fabricación en este país y vuelven a Europa para su comercialización y poner en marcha políticas que permitan visibilizar la importancia de los aprovechamientos forestales sostenibles existentes en Europa.

A largo plazo, una solución a esta situación inestable y preocupante podría ser la reforestación de roble, ya que su ciclo de crecimiento es de más de 150 años, así como, explorar sustitutos y alternativas sostenibles a esta especie maderera.